Hoy quiero hablaros de dos lugares que son mágicos para mí.
Este post será un poquito diferente, más personal, y es que estos dos lugares cuyos paisajes son tan distintos como la noche y el día, a pesar de estar a menos de 200 km el uno del otro, han sido vitales para mi existencia.
Arratia es naturaleza, es bosque, es agua.
Cintruénigo es luz, es desierto, es sequía.
En Cintruénigo me crié y en Arratia tengo la suerte de vivir y trabajar.
Dos localizaciones donde realizo la mayor parte de mis reportajes de exteriores y en las que siempre tengo la sensación de no ser yo quien las ha elegido, sino que fueron ellas las que me eligieron a mí.
Hoy os hablo de los lugares de mi vida. Espero que lo disfrutéis.
Cintruénigo. El lugar que me vio nacer
Cintruénigo es una pequeña villa situada en la comarca de Tudela, en la Ribera de Navarra y cuya población no supera los ocho mil habitantes, orgullosos de sus costumbres y muy ligados a esta preciosa tierra.
En esta pequeña villa nací y me crié. Protagonista indiscutible de mi vida; y ahora también de mi fotografía, Cintruénigo es un paraíso desértico de la Ribera de Navarra cuya luz inunda cada rincón y en el que todavía me siento como pez en el agua.
Muy ligada al pueblo de mi infancia, solía utilizarlo de manera recurrente en mis obras, donde algunos paisajes cobraban especial protagonismo, como el de Campo de La Sierpe, representado hoy en muchas de mis fotografías.
Arratia. Un lugar mágico
Tras unos años estudiando Bellas Artes en Bilbao, me mudé a Arratia.
Arratia es un valle situado a unos 25 km al sur de Bilbao. Una comarca que recibe su nombre del Valle vormado por el río Arratia y en el que se alza el majestuoso macizo de Gorbea, el más elevado de Bizkaia.
A pesar de estar tan cerca de la ciudad, se dice que las gentes de esta comarca son muy diferentes, amantes de la cultura y muy arraigados a las tradiciones populares. He de confesar que al principio supuso un choque muy grande para mí.
Los paisajes eran tan profundos que en ocasiones, casi me asustaban. Bosques verdes y oscuros, inmensidad, misterio… Paisajes que con el tiempo, lograron que me enamorase de esta tierra.
En ellos encuentro hoy las localizaciones perfectas, donde jugamos con las luces y sombras que son tan complicadas de encontrar en otros lugares. La naturaleza en estado puro, los bosques y el agua hacen el resto.
No quiere decir por ello que no pueda trasladarme y descubrir otras localizaciones, por supuesto, pero siento que en estos dos lugares, Cintruénigo y Arratia, mi fotografía cobra un especial sentido.
Dos lugares muy diferentes que para mí, se complementan a la perfección
Un simple paseo por el monte en mi pueblo, Dima, supone fijarme en cada rincón, en cada nueva localización, que encuentro aún más mágica que la anterior.
En Cintruénigo, su luz, sus secarrales, su rojo atardecer… me cautivan de tal manera que siento que ambos lugares me eligieron a mí, haciéndome sentir muy privilegiada.
Una diferencia abismal entre paisajes que consiguen sacar mi mayor potencial como fotógrafa. Así que si mis clientes me dan a elegir, tengo muy claro que estas dos localizaciones siempre serán ganadoras.
Tengo que dar gracias al destino por darme la oportunidad de haber nacido y vivir en estos dos maravillosos lugares, tan iguales y a la vez tan diferentes, que hacen que mi trabajo no sería posible sin ellos.
Cintruénigo estará para siempre en mi corazón y Arratia se ha ganado a pulso mi cariño. Como diríamos aquí, han quedado “parra”. Mi corazón está dividido y ya no tiene remedio, son inseparables para mí.
Dicen que soy una fotógrafa un tanto atípica
Siempre me han dicho que soy una mujer un tanto contradictoria, que hace cosas que se salen de lugar o que quizás para otras personas, carecen de sentido.
Recuerdo un amigo que siempre solía decirme que era la persona más contradictoria que había conocido y sin embargo, le fascinaba observar como dentro de esa contradicción lograba encontrar mi propio equilibrio.
Debe ser cosa de los artistas supongo.
Cuando estudiaba Bellas Artes, recuerdo a mi profesor de pintura definir mi forma de expresar el arte como ecléctica. Siempre he pensado que esta palabra me definía muy bien, ya que normalmente mis ideas, mis puntos de vista o mi forma de expresar los sentimientos, se salen de lo clásico, de lo tradicional.
En la fotografía, en ocasiones se hace complicado salirse de lo habitual para buscar ese eclecticismo. Es entonces cuando las localizaciones me aportan esa visión tan diferente con la que consigo expresar todo lo que llevo dentro.
Por eso son fundamentales para mí.
A veces los fotógrafos nos volvemos un poco locos con la “búsqueda de la localización perfecta” sin darnos cuenta de que en muchas ocasiones, los paisajes más cercanos resultan ser en sí mismos, las localizaciones ideales.
Recuerda que lo más importante, son los ojos con los que se mira.
Espero haberos transmitidos mi pasión por estos dos lugares, los lugares sin duda, de mi vida. La suerte para mí y para mis clientes, es que los tenemos muy cerquita el uno del otro. ¿Quieres descubrirlos conmigo?
Gracias por estar ahí.
Pía.